lunes, 24 de junio de 2013

Algunas preguntas a un Estado imposible

Un verdadero Estado autonómico (o quasifederal, como le gusta decir al centroizquierda español) no derivaría en treinta años en el estado de derecho actual -ejecutivo centralizador, legislativo bipartidista para los temas de Estado, poder judicial politizado- ni abordaría la mal llamada "reforma de las administraciones públicas " como si se tratara de un Estado nación.

¿Por qué la reforma de la Administración no aborda la supresión de Ministerios con todas las competencias transferidas como Educación, Sanidad o Cultura? ¿Por qué seguiremos pagando más de 5.000 funcionarios en el Ministerio de Agricultura, con el 90% de funciones transferidas?

¿Por qué se esconde una cuestión política tras una pretendida reforma técnica y administrativa? ¿Has leído, lector, las razones de "falta de tradición" que han servido para suprimir la Defensoría del Pueblo de Castilla la Mancha, cuando las mismas razones servirían para suprimir la propia autonomía?

¿Por qué coincide esta reforma con la obsesiva y empozoñada laminación de la lengua catalana/valenciana/Lapao y no se lamina el castellano (única lengua digna de llamarse española) diferenciándolo del uruguayo, el argentino o el andaluz?

¿Por qué se siguen estrenando líneas radiales de AVE y el presidente del gobierno español tiene la desfachatez de inaugurarla como una nueva "arteria de riqueza", cuando en dos días comenzará a ser deficitaria y la pagaremos entre todas?

¿Por qué lo único que recibimos los millones de catalanes y catalanas que queremos marcharnos ya de este Estado son amenazas y exabruptos? ¿Se imaginan lo que diríamos si alguien le dice a su pareja "cariño, lo nuestro no funciona" y recibiera sólo amenazas y gruñidos?. Yo le llamaría maltratador.

¿Por qué no hay más ciudadanos y ciudadanas españoles que presionen para que podamos ejercer el derecho a decidir nuestro futuro?

sábado, 8 de junio de 2013

Por un "Estado de paz"




                         La posibilidad de la constitución de un estado propio moviliza sectores muy diversos de la sociedad catalana. Las múltiples dinámicas generadas, empáticas o críticas hacia el propósito constituyente, indican su verosimilitud. También el sector de la cultura de la paz, comprometido en la implantación progresiva de una cultura orientada por los principios de la cooperación y de la noviolencia, se sabe emplazado a tomar postura en este necesario ejercicio de prospectiva. Resultaría inexplicable que un sector que está trabajando eficazmente,  desde hace muchos años, por la movilización de la sociedad, civil y oficial, a favor de los valores de la cultura de la paz, no promoviera en este momento un debate público sobre el modelo de seguridad del nuevo estado. Un debate en el que participamos propositivamente.
                          Con esta finalidad se ha constituido un grupo estable de trabajo, Estado de Paz, en el que participamos, sin detentar representación alguna, un buen número de personas vinculadas a diversas entidades pacifistas. El primer objetivo del grupo, un seminario, se concreta en la redacción del documento Modelo de seguridad para un estado propio del siglo XXI, que es una propuesta que partiendo de la hipótesis de un estado catalán, se dirige a la ciudadanía en general y de modo especial a quienes deberán tomar decisiones. En el grupo, heterogéneo por lo que se refiere a ideología y posicionamiento político de los participantes, hay un sólido acuerdo sobre tres puntos:

Primero. Valoración de la seguridad como una necesidad de primer orden;
Segundo.Visión respecto a la seguridad, inspirada en el concepto de seguridad humana;
Tercero. Adhesión a los principios de la noviolencia. 

Aunque la reflexión viene propiciada por una dinámica local, no dudamos que puede ser útil en otros contextos distintos del de la sociedad catalana de hoy. Nuestra reflexión se produce en un escenario muy concreto pero forma parte de una elaboración conceptual en curso, a nivel planetario, que apunta a cambios muy profundos en el concepto de seguridad.

              No son los estados los que requieren seguridad frente a otros estados, aunque ese sea el núcleo duro del concepto de defensa; son las personas quienes necesitan y exigen seguridad. Una sociedad democrática debe responder a esa exigencia con una visión de gran amplitud y profundidad y con una autoexigencia de máxima eficacia. Los ciudadanos “...aspiran a los derechos humanos básicos que garantizan una existencia tranquila y digna, libre de la necesidad y del miedo” (Aung Sang Suu Kyi)  y la única razón de ser del estado es la de ser instrumento de esta aspiración. Pero éste no es el resultado obtenido por la acción de centenares de ejércitos, de todos los colores y culturas, que han sembrado la historia humana de muerte, dolor, destrucción y miseria. Seguridad humana es que el estado proteja a las personas; defensa comporta el sacrificio de vidas humanas por la seguridad del estado. Es evidente que no queremos ningún otro ejército y menos todavía si ha de ser nuestro.

             Esta visión de la seguridad centrada en el objetivo de liberar a las personas de las necesidades y del miedo es la idea central de nuestra propuesta Modelo de seguridad para un estado propio del siglo XXI que daremos a conocer el próximo mes de septiembre.  

Si Cataluña llega a ser un nuevo estado no ha de  querer ser el último de los viejos estados construidos sobre cimientos obsoletos de soberanía irrestringible, de irresponsabilidad hacia el exterior y hacia el medio ambiente, de afán de dominio, de aceptación de la fuerza como argumento decisivo.  
Si Cataluña llega a ser un nuevo estado no puede dotarse miméticamente de estructuras e instituciones anacrónicas que solamente la inercia mantiene a penas en pie en estados envejecidos.  
Si Cataluña llega a ser un nuevo estado ha de fundamentarse explícitamente en los valores que apuestan por un desarrollo humano atento a todas las dimensiones personales, debe crear estructuras e instituciones, si es preciso audazmente innovadoras, que lo hagan posible y debe aceptar que, precisamente por ser un estado nuevo y de pequeñas dimensiones, más libre que otros de inercias históricas, tiene la responsabilidad de orientarse y de orientar hacia un futuro más humano.

Jordi Armadans, Alfons Banda, Núria Breu, Pepe Beunza, Joan Contijoch, Lluís Fenollosa, Rafael Grasa, Jose Luís Gordillo, Jaume Llansó, Xavier Masllorens, Martí Olivella, Pere Ortega, Alvar Roda, Jordi Urgell, Fèlix Saltor, Gabriela Serra, Lluís Sobrevia y Eduard Vinyamata.