jueves, 27 de noviembre de 2014

¡Eso es solidaridad, sí señora!

La primera semana de diciembre entrarán en el Parlament de Catalunya los presupuestos de la Generalitat para el año 2015, que presentan un dato vergonzante y curioso:  destinan poco más de 1 € por habitante a las políticas de fomento de paz, promoción de los derechos humanos y cooperación internacional al desarrollo que gestionará la Agencia catalana de cooperación (ACCD). Sí, has leído bien, un euro por habitante en todo el año.

Para podernos dar cuenta de la ridiculez de esta cifra sólo hay que compararla con alguna otra: Previsiblemente las cifras para el Ministerio de Defensa español 2015 supondrán para cada catalán unos 196 €, la indemnización por el fallido "proyecto Castor" supondrá la aportación de 29 € por ciudadano y el rescate a los bancos españoles ha supuesto ya la contribución inicial -directa y obligada- de 2.219 € per cápita.

Todavía más. Mientras el gobierno catalán habla de destinar 8,5 M€ en 2015 a la cooperación al desarrollo a través de la Agencia responsable, el presupuesto 2013 de Médicos Sin Fronteras fue de 116 M€, el de Oxfam Intermón de 82,9 M€ y el de Educo de 32,5 M€, por citar solamente organizaciones de cooperación con sede central en Cataluña y con una mayoría de fondos provenientes  de donaciones privadas. ¿Eso es hacer política pública de país?

Hace pocas semanas pude visitar un proyectpo de fomento de trabajo estable de mujeres y jóvenes, en el cultivo y comercialización de cacao orgánico en el norte del Perú, en una zona de fuerte migración hacia España cuya población está retornando a su país lo quiera o no. El proyecto ocupa ya a 1.800 famílias rurales de un territorio tan extenso como la comarca del Ripollés, y tiene una alta capacidad de multiplicarse si podemos seguir dando apoyo a las organizaciones locales durante algunos años más. ¿Podremos?

Como este proyecto, he visitado los de otras comunidades en Ecuador y Bolivia, donde ciertamente no necesitan nuestras ideas y discursos, sino nuestro apoyo y nuestra complicidad para tejer una gran red de ciudadanía que se preocupe por los problemas globales, cuando son nuestros o cuando están lejos de casa. La lucha contra las desigualdades, ahora más que en cualquier otra época, no conoce fronteras y ocupa a muchísimas personas de aquí y de allá.

Por ellas, pero sobretodo por nuestra dignidad col·lectiva, reclamamos que la discusión en el Parlament de los presupuestos 2015 incluya una enmienda imprescindible: duplicar la cantidad destinada a cooperación al desarrollo para reducir nuestra vergüenza a la mitad.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

España, un Estado ajado (y 2)

El final de la dictadura franquista y el período de la transición democrática (lo que a menudo se denomina como "la única cosa que se podía hacer en aquel momento") ha traído como consecuencia dos realidades incontestables: un largo peíodo de democracia formal con todos sus méritos, luces y sombras, y también una muy frágil conciencia y praxis democràtica, construída como fue con pies de barro, con las élites franquistas intocables y sin posibilidad de cerrar muchas heridas importantes.

Para explicarlo mejor, tres ejemplos -sacados de la actualidad reciente- de la debilidad de la democracia española y del carácter ajado, rancio y caduco de su Estado.

estas semanas se debate en el Congreso de Diputados un proyecto de Ley para retornar la ciudadanía española a los descendientes de los judíos expulsados de las Coronas de Castilla y de Aragón en 1492 (los llamados sefardíes), siempre que "demuestren conocimiento de la lengua española hablada por ellos". Primer contrasentido e injusticia de una ley, que parece más pensada para atraer dinero que para reparar un mal histórico, al dejar fuera de ella a todas las personas que podrían acreditar conocimiento del catalán hablado por ellos en aquel tiempo, pero no del castellano ladino. Viniendo de un Estado que ha demostrado sobradamente el menosprecio por el artículo 2.2. de la Constitución (la defensa y promoción de los idiomas 'cooficiales' del Estado), deja fuera a todos los descendientes de judíos que vivieron en buena parte del Reino de Aragón en aquellos siglos.

Pero todavía resulta más grave dejar fuera del proyecto de Ley, sin vergüenza ni explicación alguna, a los descendientes de los moriscos que fueron expulsados por el mismo Decreto real y no pueden demostrar que lo son porque hablaban en árabe, castellano o catalán. Hacer una ley a medida para contentar a una minoría de los posibles beneficiarios parece, como mínimo, ridículo y poco inteligente.

El segundo ejemplo lo tenemos cada día en las portadas de los periódicos. Es el festival de corrupción pública, permitida por las instituciones del Estado durante muchos años, de imputacions, desimputaciones, declaraciones y desvergüenza de una parte de la clase política que, con su descarada actuación -más pendientes de caer graciosos que de ser honestos- desprestigia el ejercicio de la política y provoca una desafección ciudadana muy grave y vergonzante. El globo se hincha (Gurtel, los ERO andaluces, el caso Palau, la Generalitat Valenciana, ...), se hincha y se deshincha, dejando la sensación de que todo acabará en aquello que e fútbol se denomina "patada adelante y pasar minutos".

El comportamiento del Estado, de sus representantes, con los altavoces de algunas personalidades políticas y de medios de comunicación 'nacionales' ante el proceso soberanista catalán, constituye un tercer ejemplo de un Estado autoritario, imperial, rancio, sin estructuras verdaderamente democráticas, que no se corresponde con la democracia que dice practicar. Palabras como "Si no fuera porque en el País Vasco nos mataban, lo de Cataluña es peor" (Rosa Díez, 22 de octubre 2014), o bien "Es igual de democrático imponer la voluntad por la violencia que por las urnas" (Alfonso Alonso, 21 de març 2014), y otras mil expresiones que se oyen a diario en sede parlamentaria, en mítines o en tertuliuas de medios de comunicación, merecerían en cualquier país democrático la intervención del mismo Fiscal general del Estado. La suerte, o mejor la verdadera fuerza del proceso catalán es que opone a todo ello alegría, esperanza, compromiso, convencimiento, hastío, denuncia pacífica y razonamiento Es el mundo al revés, y es comprensible que muchos ciudadanos -como yo- no quieran fpormar parte de un Estado donde votar es ilegal y lo que es legal es no votar.

De todo ello, y mucho más, solamente puedo extraer una conclusión: el Estado español, sea cual sea la deriva de acontecimientos de los próximos meses, necesita imperiosamente un repaso a fondo y una re-visita a todos los dramas que permanecen bajo la alfombra de la Historia.

sábado, 13 de septiembre de 2014

España, un Estado ajado (1)

En estos últimos dos años estamos asistiendo con creciente preocupación a algunas de las consecuencias más notorias de las decisiones que se tomaron al final del franquismo. La ausencia de ruptura con la dictadura supuso que la cuerda de los poderes fácticos no se tensara en demasía, a cambio de iniciar un período de "democracia con muletas", alternancia en el gobierno de la cosa pública, mantenimiento de las mismas élites económicas y sociales y aceptación de las hipotecas necesarias para ser reconocidos en la escena internacional (especialmente la Unión Europea y el vergonzoso ingreso en la OTAN).

La primera consecuencia de todo ello es que no ha habido un proceso auténtico de reconciliación entre las dos Españas, una fase de 'conocimiento de la verdad / las verdades', previo al arrepentimiento y perdón reales, y por eso no se ha construído un verdadero proyecto de nuevo Estado en todo este tiempo. Se trata de un hecho verdaderamente grave, porque ha dejado desprotegida a una parte de la sociedad, a quien se ha escamoteado la memoria histórica, quedando además impunes (no conocidos, no reconocidos y no perdonados) los crímenes de un régimen vencedor de un golpe de estado. Hoy, las nuevas generaciones no pueden comprenderlo y constituye el principal factor de deslegitimación de la transición.

La segunda consecuencia ha sido que la sacralización de las leyes promulgadas en el período 1976-1982 configuran un Estado rígido, ajado, anticuado y con poco aire. Se hizo como moneda de cambio para dar cobertura a un 'nuevo régimen' no tan nuevo: a partir de la aceptación de toda la legislación anterior, cambiando solamente aquello imprescindible -lo primero, la Constitución- para homologar el país a una democracioa europea y adaptando el resto del corpus legislativo. Hoy, como puede comprobarse en el proceso soberanista catalán o en las demandas del movimiento 15-M, ése caracter quasi sagrado ya no se sostiene porque sectores importantes de la sociedad demandan legalidad con legitimidad democrática.

La tercera consecuencia de "lo único que pudo hacerse en la transición" (como repiten numerosos protagonistas de aquellos años) ha sido que los trescientos apellidos ilustres del franquismo, añadiendo doscientos más de una clase política acomodaticia, son hoy los que dominan las esferas económica, política y social del Estado, apellidos que han demostrado muy poco apego por la democracia real, participativa y muy poco apoyo a las organizaciones civiles.

"De aquellos polvos estos lodos": Las mismas élites, con leyes sagradas y aparentemente inmutables, sin haber hecho examen de la realidad en ningún momento, son sin duda una mezcla explosiva y un caldo de cultivo propicio para la corrupción, el clientelismo, el populismo y la homogeneización.

En una próxima entrada expondré tres ejemplos, muy recientes, de este desaguisado que requiere una regeneración profunda y general.

jueves, 28 de agosto de 2014

Rabia, impotencia, perplejidad

Europa y el Próximo Oriente hierven de conflictos armados históricamente mal resueltos, en un momento de búsqueda de un "nuevo orden internacional" (léase un nuevo desorden, con dominadores y dominados), cuando la comunidad de naciones se aferra a un juego de equilibrios de fuerza y mal llamadas soluciones militares -es decir, puramente violentas- en una espiral que nunca termina: Bosnia (nuevamente en fase de pre-ebullición), Iraq, Siria, Israel, Ucrania, ... Horrores que nos parecían superados se repiten un día y otro. ¿Por qué y hasta cuándo?

Los humanos tenemos cada vez más información, más interconnexión, más interdependencia, más capacidad tecnológica i más posibilidades materiales y culturales para disfrutar del planeta, pero seguimos empecinados a resolver nuestras diferencias de una forma demostradamente inútil, poco duradera, cruel e inhumana. ¿Hasta cuándo el uso de la violencia no será denunciado y proscrito masivamente por la ciudadanía, que vive la pesadilla sin llegar a creérsela?

A escala personal nos preguntamos qué es lo que nos permite cerrar los ojos ante tanto sufrimiento, tanto horror como vemos y oímos, cuáles son las claves de la impotencia que nos paraliza. A escala global, nos preguntamos también qué puede haber detrás de la impotencia de gobiernos y organizaciones internacionals, incapaces de resolver los conflictos de una manera duradera y justa.

Por supuesto que las respuestas son complejas y variadas, seguro que no hay una receta milagrosa, pero creo que hay dos factores que son determinantes y actúan de freno a cualquier alternativa a la violencia como forma de resolver los conflictos.

En primer lugar el predominio, cada vez más acusado y vergonzante, de la economia sobre la política, de las grandes finanzas, del lucro, de la riqueza por encima de cualquier otra cosa. Eso está otorgando un poder quasi ilimitado a una élites económicas que no "viven en la sociedad" sino en su mundo, que siguen sus propias reglas y marcan las de los demás, que actúan de espaldas al sufrimiento humano y condicionan a la clase política hasta cotas inimaginables hasta ahora: todo se compra y se vende -también los cargos políticos-, el verdadero liderazgo mundial está en manos de personajes ricos y triunfadores que hacen y deshacen:  Mientras tanto, la clase política mundial ha perdido la iniciativa para regular los mercados, para poner límites al lucro, redistribuir la riqueza generada entre todos y todas y para ordenar la vida pública. Cada vez está más claro que los políticos que permiten la venta masiva de armamento a quien convenga, que  negocian acuerdos internacionales de espaldas a la ciudadanía o aceptan impotentes una mala solución a un conflicto antes permitido y a veces alimentado de lejos, no nos representan. Cada vez está más claro que los intereses económicos están en la base de la geoestrategia y que ésta ya casi no tiene en cuenta más límites que evitar el lucro ajeno.

A mi entender es necesario, de forma urgente, devolver la centralidad a la política y cortar de raíz la 'puerta giratoria' entre la política y las finanzas, de forma que puedan rebrotar nuevos liderazgos políticos, capaces de servir con independencia de criterio a los intereses públicos.

El segundo factor que impide la solució dialogada y no violenta de los conflictos es que la cultura de la violencia se ha instalado en nuestras vidas como si formara parte de nuestro ADN.  Desde los juegos hasta las relaciones parecen basadas en la violencia como la forma más natural de vida. La competencia parece más saludable que la cooperación. El triunfo personal está en vías de sustituir al bienestar grupal, y la "buena convivencia" parece basarse cada vez más en la imposición de un orden social injusto que la mayoría tiene que aceptar porque "es lo que hay" (frase peligrosa donde las haya, por su capacidad paralizante y de conformidad con la injusticia).

En este sentido quizás conviene recordar que el conflicto no podemos evitarlo, forma parte de nuestra condición humana, pero que la violencia como forma de resolverlo sí que es evitable. Lo recordaremos una y otra vez.

jueves, 19 de junio de 2014

Reflexiones post-electorales

Las elecciones del 25 de mayo al Parlamento europeo han supuesto un verdadero terremoto para el establishment político del continente. Mientras los dirigentes se llenaban la boca diciendo –de manera muy poco rigurosa con las leyes y sólo para que la abstención no alcanzara cifras de escándalo- que era la primera vez que se elegia directamente al Presidente de la Comisión europea, en cada Estado las eleccions se han vivido –como siempre y también escandalosamente- en clave interna, reforzando las concepciones nacionales y sin ningún ánimo de construir una Europa verdaderamente democrática.

A posteriori cada cual ha interpretado los resultados a conveniencia, y por eso me apunto al baile con algunas reflexiones en voz alta.

La primera, que la intervención semanal de la Cancillera alemana, Angela Merkel, en la campaña electoral, dando “avisos para navegantes” desde la economia motor de Europa, ha sido casi la única nota “europea” de los comicios y marca una tendencia clara: los liderazgos no son gratuitos, y los votantes deben conocer con claridad quien manda. Si repasamos la hemeroteca podremos comprobar, además, que sus intervenciones no eran interpretables sólo en clave política sino sobretodo económica: sepamos quién manda aquí (el complejo industrial alemán) y quien hace de portavoz (el político de turno). La suplantación del poder político por el poder económico se està mostrando sin ambigüedad y representa un estadio de maduración del capitalisme que amenaza directamente el funcionamento democrático de nuestras sociedades. A los ciudadanos periódicamente nos cuentan  -en las sucesivas elecciones- pero cada vez nos tienen menos en cuenta.

La construcción de Europa desde unos Estados-nación fuertes que impiden, a menudo, avanzar en políticas sociales, económicas o culturales comunes se está convirtiendo en un oxímoron, una contradicción en sus propios términos, que únicamente dejará como salidas un mercado único –amb tendència als oligopolis- en un guirigay de opinions dominadas por cuatro o cinco estados, o bien la decepción y el desencuentro definitivos de la ciudadanía con el proyecto común europeo.

También vale la pena pararse a pensar un momento en la llamada “amenaza del fin del bipartidismo” que se anuncia en el Reino Unido, en España, en Francia, Alemania, Holanda y en otros países. En primer lugar porque sólo parece una amenaza para los que ven en el bipartidismo el factor clave de estabilitat de un Estado, pero no para aquellos que ven en él un chanchullo del sistema o poco menos para mantener la parada tal como la conocemos. Precisamente me parece que éste es el tema: cada vez somos más los que pensamos que nos están robando la capacidad de decisión, que después de cada elección los aparatos de los partidos, en connivencia con los poderosos de la banca, la construcción, los servicios y la gran industria, acaban traicionando sus programas y haciendo aquello que conviene a las élites; eso sí, con una gran dosis de populismo para que la cosa trague mejor.

No se puede simplificar. A pesar de las diferencias abismales de significado, los votos de Podemos en España, del Frente Nacional en Francia o de los euroescépticos en el Reino Unido no son sólo un voto de castigo a los partidos que han gobernado hasta ahora, sino sobretodo una manera de denunciar la forma de hacer política, la falta de democracia real en nuestras sociedades, la excesiva facilidad para quien gestiona la cosa pública de ensuciarse las manos, defender los intereses de las élites y mantener abierta la puerta giratoria que va de la política a los consejos de administración de las grandes compañías transnacionales.

Es imprescindible ir a la raíz del descontento: la necesidad de profundizar en la democracia participativa, que provenga del ejercicio de una ciudadanía formada, informada y con sentido de la responsabilidad colectiva para considerar suyo aquello que es de todos, la gestión de los asuntos públicos.



domingo, 27 de abril de 2014

Violencia es eludir impuestos

En el mundo hay 48 paraísos fiscales. Todos tenemos al menos uno cerca de casa. Lugares donde -en pocas palabras- prácticamente no se pagan impuestos si se domicilia una sociedad mercantil o se abre una cuenta bancaria. Lugares "legales" donde las cuentas corrientes pueden ser oficialmente anónimas y las transacciones que se hagan también.

Éste es sólo un ejemplo del absoluto desorden del sistema fiscal, que constituye una de las causas más sangrantes de la desigualdad creciente en el mundo y también, hay que decirlo claro, de la violencia estructural de un mundo que 'se come' cada vez a más personas y acumula cada vez más riqueza en pocas manos.

La cultura de la violencia es dominante en la humanidad desde hace más de cinco mil años, pero no tiene por qué serlo para siempre. Se robustece cada vez que se da vía libre al mercado sin límites, pero se debilita cada vez que damos una respuesta solidaria a un problema social: cuando surge un movimiento ciudadano, una alternativa diferente de comercio, una acción emprendedora del bien común, una actividad de economía ciudadana o un ejemplo de dignificación humana.

Violencia es que los administradores de la cosa pública se muestren fuertes con los débiles y débiles con los fuertes. En el año 2012 las rentas del capital en España pagaron impuestos por valor de entre un 18% y un 24%, mientras las rentas del trabajo pagaban entre un 24% y un 52% y mientras el impuesto de sociedades tenía un tipo efectivo del 4,5%!

Es decir, las personas trabajadoras por cuenta ajena aportamos aproximadamente un 40% de nuestro salario en impuestos mientras las grandes empresas aportaban un ... 4,5% de la riqueza generada. El fraude fiscal supuso aproximadamente un 25% del PIB anual y gran parte de este fraude (sin menospreciar la lacra de la economía sumergida) se concentró en la elusión de impuestos por parte de grandes capitales, fortunas privadas y sobre todo actividad de las grandes empresas.

En este contexto, luchar contra la violencia estructural pasa indefectiblemente por conseguir una fiscalidad más justa, progresiva y solidaria, como una cuestión capital para el progreso de nuestras sociedades.

domingo, 16 de marzo de 2014

Crimea y la cultura de paz

Unos consultores de organización empresarial, que trabajan para mejorar la gestión de un hospital público de Cataluña, tildaron casi de tonto a un médico amigo mío porque les dijo que estaban arreglando "chapa y pintura" del coche mientras el motor -es decir, un equipo de personas trabajadoras bien considerado, motivado y estimulado- se había estropeado hacía tiempo. Mi amigo les pidió, además, que no lo insultaran como tonto, que lo hicieran más bien llamándole honrado, en todo caso. Porque es evidente que con un motor estropeado el coche podia lucir, pero no podría participar en carreras hasta que no se llegara a la raíz de los problemas.

Con los conflictos internacionales pasa una cosa similar desde hace siglos: en nombre del realismo y de que "siempre ha sido así" la lógica de la fuerza se impone a la lógica de la razón, tapando los problemas pero sin resolverlos verdaderamente. Y a los que defendemos un nuevo paradigma nos llaman tontos (o ingenuos, que viene a ser lo mismo), porque parece que las novedades e inventos están reservados a la tecnología y no a las ciencias sociales o a la política.

Setenta y seis años después de la invasión de Polonia por el ejército alemán, Crimea se ha llenado de so9ldados rusos 'anónimos' para hacer valer a base de tanques el argumento de que la seguridad de su país pasa por la anexión de un territorio que consideran estratégico, oponiéndose a la legalidad de un Estado (Ucrania) que estrena un gobierno nacido de la presión ciudadana pero tampoco validado de forma democrática. Un contrasentido sobre otro.

Se pueden hacer todas las consideraciones que se quieran: que se trata de un territorio primero tártaro, después ruso, después de la URSS, después ucraniano, ... que Occidente ha dado apoyo -por intereses también supuestamente estratégicos- a grupos fascistas paramilitares que apoyan al nuevo gobierno ucraniano, que Rusia fue humillado durante una década a la caída deñl telón de acero, ... però no es de geoestrategia de lo que me interesa hablar hoy, sino de la importancia de comenzar a romper la lógica militarista de resolución de conflictos, en un siglo XXI que ha empezado con los mismos esquemas aprendidos de nacionalismos que tejen nuevos imperios y de potencias militares que defienden iperios económicos.

Entre las ansias imperialistas de unos (Rusia), las decisiones tomadas en clave militar de dominio (Estados Unidos) y la inoperancia diplomática entre despistada y cobarde de la Unión europea, se repite que la única verdad posible parece ser la fuerza, reproduciendo una lógica gastada que arregla periódicamen te chapa y pintura, sin reparar el motor.

Yendo a la raíz de los problemas y no a algunas de sus consecuencias visibles, dejaremos de taparlos para empezar a resolverlos de verdad.  Será difícil (¿qué empresa humana no lo es?). Será necesario rehacer muchas cosas, desde el papel de Naciones Unidas hasta las reglas de la diplomacia internacional, pero no podemos renunciar ello, por imperativo ético y por dignidad humana.

  En Crimea están votando hoy, pero lo hacen con tanques en las puertas y eso no es democracia. Profundizar la democracia es nuestro verdadero reto, haciendo que todas las partes de cualquier conflicto puedan ser escuchadas para la toma de decisiones que les afecten, llegando a acuerdos muchas veces dolorosos, pero seguro que más cargados de humanidad que con la "mejor" de las soluciones militares, si es que existe.