Reproduzco, por su valor y acierto, el artículo publicado por la Coordinadora española de ONG para el desarrollo:
El planeta afronta la peor crisis migratoria y de refugio de la
historia. Casi 60 millones de personas se han visto obligadas a
abandonar sus hogares, un vergonzoso record que evidencia a incapacidad
de los gobiernos de garantizar los derechos humanos.
La respuesta europea a esta crisis está lejos de sus valores
fundacionales. Mientras miles de personas pierden su vida en trayectos
peligrosos por tierra y por mar, la EU construye vallas, militariza las
fronteras e incumple tratados internacionales en materia de derechos
humanos e incluso su propia legislación.
Las personas que inician estos viajes a ciegas huyen de conflictos
bélicos, condiciones de pobreza extrema y de violación sistemática de
derechos humanos. Nadie comienza una huída de este tipo, poniendo en
peligro su vida y la de sus familias, si no es porque no tiene otra
opción. No hay muros frenen el derecho de las personas a encontrar un
sitio seguro donde vivir.
Mientras se incumplen las obligaciones en materia de migración, asilo
y refugio, se recortan los fondos para cooperación internacional que
podrían contribuir a la mejora de la situación en los países de origen.
Se llega incluso a plantear que parte de esos escasos fondos para
cooperación sean destinados a la atención de las personas que llegan a
nuestras fronteras. La atención a estas personas exige contar con fondos
adicionales, específicos y suficientes.
Mientras se violan sistemáticamente los derechos humanos a las
puertas de Europa, el comercio de armas continúa aumentando sus
beneficios; y la lucha por el negocio de los recursos naturales del
planeta y los intereses geoestratégicos campa a sus anchas.
Consecuencias extremadamente peligrosas
Las graves consecuencias de este tipo de decisiones ya se están
dejando ver. Los discursos y propuestas políticas xenófobas ganan
terreno y con ellos los ataques a centros de acogida a migrantes y
refugiados. Aunque afortunadamente, aún son residuales, la UE y sus
Estados miembros deberían mantener la alerta para evitar que se repitan
los graves errores del pasado.
La ciudadanía, como viene demostrando desde hace tiempo, está muy por
encima de las decisiones políticas. ONG, grupos sociales, voluntarios y
voluntarias, y la ciudadanía en general se está organizando tanto en
los puntos de llegada como en múltiples ciudades para salvar vidas,
atender a las personas que llegan a nuestros países y contrarrestar los
mensajes y discursos que criminalizan a quien debe ser protegido.
Desde la Coordinadora de ONGD venimos denunciando esta situación y
sumándonos a las propuestas ciudadanas que se están desarrollando en
este sentido.